lunes, 2 de junio de 2008

MINUSVALIDOS, DEFICIENTES, DISCAPACITADOS Y OTROS GILIPOLLAS


Washington DC, 19,30 pm barra del Topaz, pido un Blue Nirvana y me lo sirve un sonriente y pecoso pelirrojo. Al principio, no reparo en nada especial, pero cuando me pregunta si quiero unos peanuts caigo en la cuenta de que es un…

Me fijó en su placa de identidad y no alcanzo a leer su nombre en la estudiada y ecléctica penumbra del local, pero si alcanzó a observar una placa inmensa que afirma: I am Sam too.

Estoy a punto de contestarle thanks Sam cuando recuerdo una movie de Sean Penn y caigo en la cuenta. No acierto a identificar la minusvalía, pero efectivamente el buen pecoso la tiene y me recuerda que él también es Sam, como lo era en la ficción Sean Penn pese a Laura Dern y Michelle Pfeifer. A partir de ese momento, no pierdo detalle y, lo cierto, es que este otro Sam es rápido y amable, sonriente y afable: una joya de la corona.

Siempre he tenido problemas con los términos catalogadores: minusválido, disminuidos físicos, incapacitados, disminuidos psíquicos y demás retahíla consagrada por doctos personajes y egregias instituciones. Sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud los define de esta forma tan sublime:

Deficiencia: "es toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica".

Discapacidad: "es toda restricción o ausencia (causada por una deficiencia) de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano".

Minusvalía: "es una situación desventajosa para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o de una discapacidad, que limita o impide el desempeño de un "rol" que es normal en su caso (en función de su edad, sexo y factores sociales)."

Evidentemente, estoy harto de ver DEFICIENTES con mayúsculas con perdida casi total de las funciones inteligentes en su vertiente emocional. Aparecen día sí y día también en los medios, aquí y allá: Irak, Colombia, Sudan, Somalia, Ruanda y hasta en un pueblecito de Murcia donde a un fulano le ha dado por masacrar a su esposa con un hacha.

Estoy igual de harto de contemplar a DISCAPACITADOS incapaces de beber con moderación antes de ponerse al volante, tomarse unos tripis y zurrarse con el primero que encuentra, asaltar un autobús urbano y lanzar un molotov en su interior o simplemente bajarse la bragueta y expulsar sus fluidos en una esquina.

Y, finalmente, he perdido la cuenta de los MINUSVALIDOS que tengo que soportar cada día cuando leo la sección de política nacional en un periódico o contemplo los exabruptos verbales de los concejales, alcaldes y demás políticos de turno, cuando no de algún locutor enano y respondón.

No lo hice porque sería difícil explicárselo, pero ganas me quedaron de quitarle la placa al paciente pelirrojo y llevármela de vuelta a casa para cascársela al primer anormal que encuentre. El problema es que con una no tengo ni para empezar. Quizás sería cuestión de poner un negocio de chapas, por supuesto: INNOVADOR Y EMPRENDEDOR.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para mi que se te han olvidado los deficientes del corazón

Anónimo dijo...

Parece que no has caído en la cuenta de que este post es un exabrupto vejatorio para un 10% de la población cuyos cuerpos, mentes o sentidos funcionan de forma diversa a ti (en Europa 25% se perciben así)... ¿por qué identificas a estas personas con otros individuos caracterizados por ser mamarrachos, criminales, estúpidos, perversos, etc?
¿Eres superior?, a ver si va a resultar que tienes tics minusvalidistas.