domingo, 23 de marzo de 2008

MI QUERIDO CABRONAZO


No es costumbre de este blog iniciar polémicas y menos aun prolongarlas en el tiempo, pero voy a hacer una excepción en relación con mi último post: La perversa creatividad de Al- Qaeda.

No era mi intención atraer la atención con este post, pero parece que lo he conseguido a la vista de los “hits” de los dos últimos días. No ha suscitado muchos comentarios aunque algunos de ellos, pese a mi respeto por el libre pensamiento, pueden calificarse de inoportunos que es una forma de adjetivar la ausencia de inteligencia.

Como decía, no voy a entrar en polémicas y menos aun en estos temas, pero sí quiero lanzar al aire algunas reflexiones, seguramente irreverentes, pero indudablemente inteligentes.

Si dirijo mi mirada hacia atrás, sólo puedo optar por dos posibles alternativas: hacerme el indio (curiosa expresión que supongo deviene de la perplejidad de los indígenas americanos ante la llegada de la Civilización con mayúsculas) o plantearme algunas cuestiones. Y como no creo que fuera sioux, dakota o pawnee en alguna reencarnación anterior, prefiero hacerme las preguntas limitándome tan sólo a nuestro pasado inmediato y centrándome en algo muy concreto como es el término GENOCIDIO.

Por hacer algo de historia, comentaré que el término es reciente aunque no ocurre lo mismo con el fenómeno. Raphael Lemkin, judío polaco, lo creó a partir de las raíces grecolatinas “genos” (familia, tribu, raza) y “cidere” (matar). Pero al grano que no es gerundio…

Nordhausen, Belsen, Buchenwald, Vinnitsa, Auschwitz, Sobibór, Efraín Ríos Montt, Iosif Stalin, Jean Paul Akayesu, Reinhard Heydrich, Adolf Hitler, Genrik Yagoda, Hiro – Hito, Ali Hassam al- Majid, Pol Pot y esto podría ser interminable.

Pero mire querido amigo cabronazo, ya que si el que suscribe es un cabrón según usted, al considerarle amigo y compadre que menos que considerarle una guía y maestro, prefiero no hacerme preguntas del pelo: ¿cómo? ¿por qué?

Prefiero pensar: Einstein, Dennet, Descartes, Newton, Pasteur, Galbraith, Casals, Neruda, Sócrates, Händel, Mann y esto también podría ser interminable.

Pero lo realmente vital es que para que exista un Heydrich tiene que existir una Sophie Scholl y para que reconozcamos a un Dennet tiene que surgir un Yagoda.

En otras palabras, querido cabronazo, tú solo existes porque yo lo hago y yo sólo puedo escribir estas líneas porque tú me lees.

Quiero concluir citando al presidente del Imperio en su discurso con motivo del quinto aniversario de los atentados del 11 S:

“Anhelamos que llegue el día en que las naciones de esa región reconozcan que su mayor recurso no es el petróleo bajo su suelo, sino el talento y creatividad de su pueblo.”

Buenas tardes y buena suerte

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la elección de las fotos para este par de comentarios. De veras, me parece que aportan valor.