viernes, 2 de mayo de 2008

INNOVACIÓN - REACCIÓN


Parece que últimamente estoy abonado a los tiempos de Roosevelt, pero ha sido pura casualidad.

Llevo ya algunos días observando con curiosidad la campaña lanzada por un conocido banco español consistente en ofrecer a sus clientes la compra de acciones bursátiles a crédito. ¿Innovación en el producto? Pues más bien no, aunque a algunos se lo parezca.

Uno de los supuestos básicos del acto creativo es que cualquier idea es válida por muy absurda que parezca. Incluso las viejas ideas son bien recibidas. Quizás en algún momento del pasado fueron superadas por otras ante el cambio de contexto, pero eso no significa que puedan volver a ser eficaces por un nuevo cambio de circunstancias. Ahí están los generadores eólicos o los metros ligeros, léase tranvías de toda la santa vida.

La compra de acciones bursátiles a crédito abierta a todo hijo de vecino no es nada nuevo. Es una vieja idea, pero en este caso, no parece el momento oportuno para resucitarla. De hecho, la compra a crédito fue una de las causas genéricas del Crack de 1929.

Por no aburrir en exceso y simplificando la explicación: jugar en bolsa se había convertido en los años veinte del siglo pasado en algo tan popular como ir de compras, todo el mundo ganaba, todo el mundo entendía el juego, era cosa de niños. En este escenario, los brókeres se convirtieron en auténticos tenderos que ofrecían la posibilidad de adquirir acciones a crédito. Cualquiera podía adquirir acciones a crédito con un 10% de interés y la garantía de los títulos. Los brókeres obtenían el dinero para las operaciones de los bancos a un 5% de interés y estos, finalmente, recurrían a la Reserva Federal para obtener liquidez. En fin, un montaje increíble en el que todos ganaban. Era evidente que el ciclo podía llegar a funcionar en sentido contrario provocando una auténtica hecatombe financiera, pero eso parecía no importar demasiado. El 24 de octubre de 1929 la máquina comenzó a funcionar en sentido contrario. Quizás la mejor descripción de lo ocurrido fue la de Max Gordon, analista financiero de Groucho Marx, cuando le llamó a este y sencillamente le dijo: “La broma se ha acabado”. Poco después se suicidaba.

Es indudable que no estamos en una coyuntura similar, pese a que, en origen, las subprime que incumplen las directivas Fannie Mae tengan cierta similitud. Pero también es indudable que el gasto corriente, perdón poco corriente, ha sido la gran fiebre de los últimos años con el correspondiente endeudamiento del españolito. No ha sido solamente el ladrillo, también hay que contar con los viajecitos pa´quí y pa´´ llá, los suv, 4x4 y demás utilitarios para llevar a los nenes al cole y después hacer unas compritas cool, la misa culinaria de obligado cumplimiento el fin de semana, los gadgets de todo tipo para estar a la última, los fines de semana románticos en un hotel con encanto que te vas a enterar, los spaaaas y un montón de cosas más que nos han hecho a todos gente guapa.

Está claro que el sector financiero tiene todas las papeletas para convertirse en uno de los más refractarios a los procesos de innovación, al menos hasta el 2011. Pero también es evidente que algunos osados van a aprovechar la situación para ganar cuota de mercado. Es un hecho que el BBVA apuesta por esta vía y que Casa Botín es probable que se apunte también, dada su fluidez de tesorería. Pero de ahí a recurrir a estirar la salchicha del crédito recuperando viejos inventos como la venta de acciones a crédito va un ligero trecho.

Esto no es INNOVACIÓN, en todo caso podemos calificarlo de REACCIÓN a la brava aprovechando esto del 2 de Mayo, Velarde y los mamelucos.

Como diría mi abuela materna: en este país hasta Espartero debe algo.

Por cierto, si no lo ha hecho todavía, no se pierda la lectura de todo un clásico de Galbraith: El Crack de 1929.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que más me gusta de este espacio es con la gracia con la que exponen las cosas. Por cierto, tu abuela y tu tía debían ser increibles.
Zapa

Anónimo dijo...

Coincido y por eso es una de mis visitas diarias obligadas
Pedro

Anónimo dijo...

Lo de las compritas cool y los hotelitos es gracioso, pero cierto. Somos un país de nuevos ricos.