jueves, 1 de mayo de 2008

LIDERAZGO


Hace unos días, un colega de la Scientific America me comentaba a propósito de mi post sobre Roosevelt su disconformidad con mi valoración. En pocas palabras, su argumento se basaba en la idea de que todo líder en tiempos de guerra es una desgracia para su país.

Ciertamente Roosevelt lidero a su país durante prácticamente todo el conflicto, hasta que su enfermedad y la muerte se lo permitieron. Ciertamente tuvo que tomar decisiones que afectaron a la vida de millones de personas y, en ocasiones, su actitud podría calificarse de cándida, fundamentalmente en sus relaciones con Josif Stalin. Pero, algunos años antes, tuvo que devolver la confianza a una nación auto derrotada, abrir nuevas vías de gobernanza que llegarán al conjunto de los ciudadanos y superar el tradicional autoaislamiento norteamericano. Creo recordar que paralelamente el cabo austriaco se encontró con una oportunidad similar, pero su respuesta fue radicalmente distinta. En ambos casos, alemanes y norteamericanos necesitaron de un leitv motiv para continuar buscando nuevos horizontes. Unos lo encontraron en La Nueva Frontera – New Deal de Roosevelt, otros en el Espacio Vital – Lebensraum nacional socialista.

La diferencia entre ambos personajes radica en la naturaleza de su liderazgo. El cabo austriaco se convirtió en líder carismático, el paralítico en líder trascendental y si me apuran, el tercero en discordia, Winston, se perfiló como líder inspirador. Pepe Stalin no merece ni ser nombrado.

No hay un concepto definido de líder. De hecho es un concepto polisémico como pueda ser el de calidad de vida. Pero sí existen perfiles de liderazgo a ambos lados de la frontera del bien y el mal, el inmovilismo y la innovación, el fundamentalismo y el librepensamiento, el interés y la entrega.

El líder carismático es un líder que surge en la urgencia del hundimiento y la desesperanza, puede llegar a ser útil para su comunidad, pero la historia demuestra que en casi todos los casos es una de las mayores desgracias con las que se puede encontrar un pueblo.

Franklin Delano Roosevelt fue un líder trascendental y en consecuencia innovador. Este es el perfil deseable para un pueblo y para una organización económica, por ejemplo una empresa o una gran corporación. Alguien que trascienda más allá de sus ideas y personalidad.

Los gestores jamás podrán liderar innovaciones porque, como la misma palabra indica, gestionan lo que hay, los modelos estables. Son buenos en tiempos de bonanza, pero simplemente mantienen los barcos en puerto cuando la tormenta arrecia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una reflexión tremendamente brillante José Luis.
Desgraciadamente vivimos en el país de los gestores y no creo que haya mayores reconversiones.
Un saludo
Pedro Luis