domingo, 25 de mayo de 2008

MARTINI: EL ESPÍRITU INNOVADOR


Si quiere leer algo realmente interesante e intrigante, Coloquios Nocturnos en Jerusalén (Herder) es el libro y Carlo Maria Martini es el hombre y nunca mejor dicho porque escribe con la libertad del jubilado y sin el peso de su rango cardenalicio.

Carlo Maria Martini (Turín 1927) es uno de los modelos estables superados dentro de la curia católica. Un intelectual de alto nivel, más cercano al librepensamiento que a los principios establecidos, fue la gran esperanza de los progresistas que lo vieron como papable a la muerte de Juan Pablo II. Hoy en día, jubilado y con 81 años, ha sobrepasado la edad para ser admitido en un nuevo conclave.

El que fuera arzobispo de Milán, la mayor diócesis del mundo católico, ha sido durante toda su vida martillo de fundamentalistas, hombre autocrítico y con una curiosidad insaciable que le granjeo grandes enemistades en el oscuro mundo de la política vaticana. In cosa crede qui non crede? (¿En qué creen los que no creen?) fue un éxito en la Italia de los noventa sobrepasando los círculos intelectuales para adentrarse en todas las capas de la sociedad. El libro era una colección de intercambio epistolar ente Umberto Eco y el propio cardenal sobre temas sutiles y delicados como el origen de la vida, el bien y el mal, el sacerdocio en las mujeres o cuestiones de ética general.

Ahora, ya jubilado y fruto de su retiro en Jerusalén, publica los Coloquios Nocturnos, su testamento intelectual en el cual de forma elegante pero con convicción, descubre las preguntas y dudas que le han acompañado durante toda su vida por muy comprometidas que puedan resultar: la homosexualidad, el aborto, los anticonceptivos, la necesidad de una reforma profunda que vaya más allá del Vaticano II acompañada de una curiosa defensa y elogio a Martín Lutero. En fin, la explosión de un alma innovadora encerrada durante décadas en el sancta sanctorum de los modelos estables. Un innovador que trata de acomodar piezas que no le acaban de encajar como el hecho de que Dios hiciera sufrir a su Hijo en la Cruz o que no librará a los hombres de la muerte después del sacrificio de Jesús.

Un innovador que, sin embargo, confiesa su impotencia y ruega a quienes sienten esa misma inquietud que superen los miedos y la incertidumbre para plantar batalla a quienes se niegan a aceptar el discurrir de los tiempos:

“Ha habido una época en la que he soñado con una Iglesia en la pobreza y en la humildad que no depende de las potencias de este mundo. Una Iglesia que da espacio a las personas que piensan más allá (…) Hoy ya no tengo esos sueños. Después de los 75 años he decido rogar por la Iglesia.”

En Martini se ha debatido el eterno combate entre la certeza de lo conocido y la incertidumbre del cambio. Quizás esa lucha ha sido más violenta y dolorosa en el contexto de la fe y las ideas. Pero, por encima del miedo, siempre ha prevalecido el horror a volver a caer en el Factor Galileo.

Mientras existan espíritus como el de Carlo Maria Martini, continuará la esperanza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Cardenal Martini, como la mayoria de los Jesuitas nos hace ver que otra iglesia más acorde con los tiempos es posible.Lastima de la edad por la cuál ya no puede llegar a ser Papa, pues con esa mentalidad tan actual y de la calle, nos hace ver a los creyentes y no practicantes, que en el seno de la Iglesia existen gentes preocupadas por la continuidad de la misma, aunque para ello tuviera que soñar despierto soñando una iglesia en pobreza y humildad.Lo unico que lamento es que haya tardado 75 años en rogar por la iglesia,ya que quizas deberiá haber nacido 75 años despues.